El Schindler suizo que salvó a los griegos de Esmirna
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El Schindler suizo que salvó a los griegos de Esmirna
Su mundo se desmoronaba cuando intervino Herman Spierer. El industrial suizo salvó a innumerables griegos en el Imperio Otomano. Esta es la historia.
Esmirna, actualmente Izmir, en la costa turca del Egeo, vivió nueve días dramáticos en septiembre de 1922. Aquellos que se habían refugiado en barcos atracados frente al puerto fueron testigos de escenas apocalípticas. Con el paso de los días, cientos de miles de refugiados se agolparon en los muelles, atrapados entre la ciudad en llamas y el mar. A lo largo de la costa, las salidas estaban bloqueadas por el ejército turco y los francotiradores que habían invadido la ciudad poco antes.
La gente moría como moscas. En sus buques de guerra, los estadounidenses, británicos, franceses e italianos habían observado inicialmente este drama sin intervenir. Sin embargo, después de tres días, y tras la decidida intervención del movimiento juvenil cristiano YMCA, decidieron rescatarlos y trasladarlos a Grecia.
Junto con su hermano Charles, Herman Spierer también organizó barcos por su cuenta para transportar a los refugiados a Grecia. De este modo, consiguió salvar a cientos o miles de personas de la persecución, según diversas fuentes.
Cuando el fuego se extinguió, gran parte de la ciudad estaba hecha cenizas. La Esmirna griega había desaparecido, sustituida por la Izmir turca. Una gran parte de levantinos emigró a Europa, incluidas familias que llevaban generaciones en el Imperio Otomano. La familia Spierer también se fue.
Muchos de los griegos rescatados por Herman Spierer se instalaron en el norte de Grecia, donde la empresa de su salvador tenía muchas fábricas. Spierer se las arregló para que trabajaran allí. Las viudas y los huérfanos también se beneficiaron de su apoyo financiero durante mucho tiempo.
Los griegos no lo olvidaron. El obispo griego de Esmirna le otorgó el título de gran benefactor nacional. Se dice que algunos de los refugiados salvados por Herman Spierer llevaban su imagen junto a las de los santos. Murió en 1927 en Trieste, a donde había sido trasladado el negocio familiar. Apenas tenía 42 años.
La prensa griega comentó ampliamente su muerte, rindiendo homenaje no solamente a sus actividades humanitarias, sino también a su contribución económica al norte de Grecia. Había creado empleos que requería con urgencia la región, y posibilitado la exportación de tabaco griego a muchos países.
Simon, hijo de Herman Spierer, nacido apenas un año antes de la muerte de su padre, continuó la tradición filantrópica de la familia. Se trasladó a Ginebra en 1943, huyendo de la persecución nazi. Su madre y su hermana fueron deportadas al campo de concentración de Bergen-Belsen.
La fortuna de Simon Spierer también procedía del tabaco y en los años 80 empezó a coleccionar arte, haciéndose amigo de Andy Warhol. Su colección incluía obras de Alberto Giacometti, Max Ernst, Max Bill y Hans Arp. Un año antes de su muerte en Ginebra, en 2005, donó su “bosque de esculturas” a un museo alemán.